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Australopithecus robustus: el primer homínido que mató a sus congéneres sin motivos de supervivencia. Imagen de Giovanni Casselli.

¿Los asesinos son humanos?

Publicado: 2011-10-02

Hace pocos días, cuando las primeras planas de los periódicos mostraban el homicidio, luego de una violación de una niña de 6 años, realizada por el conviviente de su madre, muchas personas, sobre todo padres y madres de familia, comentaban que ese desgraciado, maldito, bárbaro, desalmado y miserable merecía la muerte. Alguien que sabe de mi trabajo en la CNDDHH me espetó: “No me vas a decir ahora que vas a defender los derechos humanos de ese malnacido”. En realidad, “malnacido” podrá ser, pero que viole y asesine a una niña inocente no lo descalifica como humano. Y en la medida que no es un gorila ni un australopithecus robustus, pues el individuo en cuestión sigue teniendo derechos, sigue siendo humano, sigue siendo ciudadano y peruano.

Lo mismo podemos aducir de los asesinos de Walter Oyarce: aun comportándose como verdaderas bestias, aun contra esa soberbia de Sánchez Manrique, que no por barrista sino por prepotente y autosuficiente en una situación que lo compromete a más no poder, y que lo ha convertido en el peruano más odiado del Perú, no deja de tener el derecho a la presunción de inocencia. En ese mismo sentido, si los delincuentes que fueron, según dicen los familiares o testigos, ajusticiados por grupos de “limpieza social” en Trujillo eran extorsionadores y traficantes de influencias, asesinos calificados y lacras sociales, no dejan de tener derecho a un juicio justo.

¿Por qué los que defendemos los derechos humanos nadamos contra la corriente como salmones de un río cada vez más revuelto? Porque a contracorriente de la opinión pública, y no porque nos autoconsideremos moralmente superiores, sino porque es el núcleo duro de la propuesta de los derechos humanos, la única manera de entender que la justicia sea tal y no solo venganza es la consideración de que todos los humanos, pobres, ricos, débiles o miserables, gozan de derechos por el solo hecho de serlo.

No necesitamos probar que tenemos DNI o que no hemos cometido delitos: solo por ser peruanos tenemos todo el derecho de que las garantías de la Constitución nos protejan de ser encarcelados injustamente, juzgados sin las garantías del debido proceso o declarados culpables sin un juicio justo.

Entiendo que todo esto está muy alejado de la real politik y que la justicia en el Perú es cara y a veces solo para los sectores urbanos pudientes, pero el derecho no se forja sobre lo fáctico simplemente, sino sobre el deber  ser y, precisamente, eso es lo que nos empuja a ser cada vez menos australopithecus robustus y un poco más sapiens-sapiens.

En realidad, si nos comparamos con los animales, el ser humano es el único que mata por rencor. Ergo, los asesinos son pues profundamente humanos, miserablemente humanos.

Esta kolumna ha sido publicada en La República el domingo 2 de octubre, al día siguiente del Día del Periodista.


Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.