ya acabó su novela

Duplicarse el sueldo

La decisión más inmoral del gobierno de Ollanta Humala

Publicado: 2014-02-10


Como si fuera el premio por la oportuna y correcta performance peruana en La Haya los ministros se han duplicado el sueldo. Y si bien es cierto que los funcionarios públicos involucrados en el proceso se merecen un aliciente además de las consabidas felicitaciones, para los peruanos de a pie, para los que no trabajamos en empresas extractivas, para los que no somos tan emprendedores como los Añaños, nos ha sabido a amargura luego de la supuesta victoria. El DS 023-2014 y su compensación de sueldos a funcionarios públicos, en el marco de la Ley SERVIR, ha aumentado en 100% el sueldo de muchos, comenzando por los ministros que pasarán a ganar 30 mil nuevos soles. El tema no es que desmerezcan el aumento, el quid del asunto es que el aumento es totalmente desproporcionado y, por lo tanto, inmoral. 

¿Por qué? En primer lugar, ser ministro de Estado de un país, de tu país, debería ser considerado un honor para un peruano o peruana. Ser ministro no es solo ser gerente de un sector; por supuesto que no, es asumir un servicio público e implica involucrarse en una serie de temas que van a cambiar (o no) la situación de la nación. Es la posibilidad de cambiar políticas públicas: en tus manos está la salud o justicia o futuro de muchos peruanos. Esta posibilidad te permite tener el poder de decisión en ese campo al que le has dedicado toda tu vida. Ser ministro o viceministro o asesor o cualquier alto grado de funcionario público es un servicio a tu patria, por cierto siempre y cuando estés de acuerdo con las políticas del gobierno que te lo propone. Por lo tanto, el tema crematístico, no debería implicar un incentivo para aceptar o denegar. El Estado no es una empresa.

Si un peruano o peruana se niega a ser ministro porque el sueldo no le parece muy atractivo pues que no lo sea: no lo merece. Además 15 mil soles (menos impuestos) es un sueldo lo suficientemente decoroso para pagar deudas y colegios. Por lo tanto, el argumento de que los sueldos del Estado no son competitivos es una falacia porque no se compite con el sector privado. Si un ser humano acepta un cargo en el que lo van a vapulear, golpear, maltratar, escudriñar y demás solo por “la plata” o por megalomanía, se arrepentirá de inmediato. ¡Hay un sustrato ético que en este debate nadie está planteando, como si se tratara solo de pagar más!

Durante todo el fujimontesinismo nos quisieron hacer creer que para trabajar en el Estado tenías que ser técnico y no político: así recuerdo a un alta funcionaria del INDECOPI que seguía siendo liberal y demócrata cuando se sabía públicamente de los crímenes de Barrios Altos, El Santa, La Cantuta y los desmanes de Vladimiro Montesinos. Un alto funcionario público debe asumir el activo y el pasivo del gobierno en el que trabaja. Por eso no estamos hablando de “técnicos” sino de políticos porque concretan y diseñan políticas públicas. Asumir una cartera ministerial es una opción ética y moral, una opción política, y no solo aceptar una chambita para hacer caja. Por eso, por inmoral, ese decreto supremo debe ser derogado.


Publicado en La República el martes 11 de febrero de 2014. 


Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.