#ElPerúQueQueremos

Fin de ciclo

Una versión personal de mi gestión como SE de la CNDDHH 

Este informe solo incluye las actividades que se han realizado en mi segundo período como Secretaria Ejecutiva de la CNDDHH. Para el primer período (2011-2013) podrían revisar el informe que hicimos al respecto en la página web de la CNDDHH.

Publicado: 2015-07-20


Antes de comenzar con el balance propiamente dicho de mi gestión quisiera dejar constancia que ha sido un gran honor, un verdadero honor para mí, ejercer como Secretaria Ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos desde febrero del 2011 a julio del 2015. La CNDDHH es una de las instituciones importantes y emblemáticas de nuestro país: no solo por la incidencia política que pueda tener a nivel nacional e internacional sino por la trayectoria de un colectivo de defensores y defensoras valientes, persistentes, tenaces en sus objetivos, luchadores, soñadores y, como lo repetía Pilar Coll, nuestra primera SE y gran referente, un grupo de quijotes y quijotas que no están embelesados por la fantasía sino que, encarnados en la realidad, en la durísima realidad del Perú, persiguen un sueño con fe: el sueño de la justicia.

Entendí desde un primer momento al mandato de la SE como un servicio, como su nombre lo indica, una “secretaría” que ejecute las decisiones del Consejo Directivo Nacional que, a su vez, lleva hacia adelante las propuestas generales de esta magna asamblea. No ha sido fácil, la verdad. Cuando Germán Vargas, hace cinco años, me propuso postular como candidata, en mi oficinita de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, nunca imaginé en primer lugar, el gran reto de aprender la trayectoria de una institución con múltiples aristas y con una agenda tan compleja.

Tan solo empaparme de la historia de la coordinadora, de sus propuestas, de sus rutinas, de sus luchas y campañas, ha sido una tarea dura en la que, en primer lugar, he tenido que atravesar el dolor de las víctimas y afectados, para poder entender las lógicas perversas de los violadores de derechos humanos y de las autoridades que los justifican.

Asimismo, otro reto ha sido tomar decisiones complicadas, imagino que varias de ellas erradas y otras tantas acertadas, en escenarios volátiles, de cambios políticos impredecibles, precisamente por la debilidad de nuestras instituciones, muchas de las cuales funcionan de acuerdo a quien las dirija en un momento determinado (el Ministerio del Interior es el ejemplo más preciso).

Asimismo, para mí como para muchos que me antecedieron, ha sido una necesidad imprescindible “no hacer costra”, es decir, no endurecer mi corazón sino mantener la piel viva para que, más allá de las atroces historias de injusticia, podamos seguir manteniendo la sensibilidad que nos ha traído a estos caminos: la sensibilidad social por un país más justo y solidario con quienes menos tienen: menos derechos, a pesar de que todos somos iguales, pero también, menos acceso a beneficios económicos o sociales para salir de situaciones de exclusión ancestrales.

Quisiera también agradecer a quienes tuvieron a bien confiar en mi gestión y en mi persona: a los miembros de los dos Consejos Directivos Nacionales con los cuales trabajé codo a codo; a los coordinadores de las mesas y de los grupos de trabajo. Asimismo quisiera agradecer a las instituciones financieras y contrapartes que nos han venido apoyando. Pero sobre todo quisiera agradecer muy especialmente a mis compañeros los trabajadores de la SE en todas sus instancias: a Calou, al señor Elmer, a María, mi secretaria personal, a Wilson, a Janet, a Víctor, a Elida, a la gente de prensa, tan activos y enérgicos, como Carlos, el Colocho, Lucero, Sasa, Luana, Sol y recordando también a Ricardo y a Martín; a Fernando Chinchay; a las voluntarias voluntariosas como Johana; a Mar, una española aperuanizada que ama este país; a Roxana, a Javier Monroe, excelente consejero; a Gabriel Salazar, mi mano izquierda; y a Miguel Jugo, excelente compañero de recorrido, a quien no conocía pero que, con esa extraña intuición que poseemos las mujeres, pensé que podía ser uno de los escuderos más fieles contra los monstruos de la injusticia, el desorden y el desgano.

Finalmente quisiera agradecer a una persona, y en él, a todos los defensores de derechos humanos. Agradecer especialmente a Pancho Soberon, quien a lo largo de estos cuatro años, jamás, nunca, ni estando en la clínica, dejó de contestarme el teléfono para darme un consejo, una pista, un informe, o para discrepar. Y eso es lo que admiro de Pancho, porque precisamente las mejores relaciones, más que laborales, amicales y de complicidad en valores, se crean al fragor de los consensos y de los disensos.

Posición de la CNDDHH en el contexto político 2013-2015

conversando con la pnp en marcha por el 8 de marzo.

En estos dos últimos años la CNDDHH ha estado en la acción: no solamente participando de las múltiples marchas que se han realizado para fortalecer la democracia (#TomaLaCalle o #ContraLaRepartija) o para reivindicar los derechos sociales menoscabados por las estrategias de debilitamiento de la sociedad civil que plantean los tecnócratas del gobierno actual (cinco marchas contra la Ley Pulpín), sino que además hemos liderado en situaciones de tensión social evitando mantener una posición “neutra” o supuestamente imparcial e identificándonos con aquellos cuyos derechos han sido menoscabados más allá de los objetivos estratégicos de nuestros propios proyectos. Siguiendo la máxima del presidente de la CVR de Sudáfrica, Monseñor Desmond Tutu, "Si eres neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor", hemos decidido no ser neutrales, no estar en medio, porque la situación en la que se encuentran hoy muchos peruanos es de franca injusticia, de asolapada opresión, de imposición de un modelo de vida por encima de nuestras diferencias y de nuestras voluntades.

La CNDDHH en este espacio político de tensiones entre lo que se ha ofrecido, el discurso de la inclusión, y los limitados esfuerzos para concretarla, ha decidido fortalecer la democracia desde una estrategia muy simple: radicalizándola. Radicalizar la democracia implica hacerla más democrática y dejar de creer en la representación absoluta sobre un ejercicio de votación una vez cada cinco o cuatro años. Por eso la CNDDHH plantea estrategias que nos coloquen en esa búsqueda de las raíces de la democracia: utilizando recursos legales (judicializaciones, acciones de amparo, acciones de inconstitucionalidad, habeas corpus, seguimiento de largos procesos) y recursos políticos (movilizaciones, agitación y propaganda) puestos al servicio de los derechos humanos.

Personalmente creo en es imprescindible que la CNDDHH salga a los medios, a las calles y a los foros para batirse por un concepto de justicia social de acuerdo con las exigencias de nuestra época: post-extractivista, ecosocial, derechohumanista, inclusiva y con perspectiva de género.

Sin embargo, estando claramente del lado de la ciudadanía indignada y movilizada por la postergación o las violaciones de sus derechos, en tanto que el Estado peruano y sus órganos nos han venido defraudando sistemáticamente, también hemos seguido dialogando con sectores del Estado peruano en aquellos espacios posibles de diálogo: desde nuestra participación orgánica en el Consejo de Derechos Humanos hasta múltiples conversaciones con funcionarios del Poder Judicial, Ministerio Público, Viceministerio de Derechos Humanos, Viceministerio de Interculturalidad, así como con congresistas afines a los temas de derechos humanos de diversas bancadas (desde la congresista Marisol Pérez Tello hasta la congresista Verónika Mendoza para hablar de dos representantes de distinto tinte político). Aparte debemos mencionar nuestra continua y fluida relación con la Defensoría del Pueblo, tanto con el Defensor, como con la adjunta de DDHH o los adjuntos de Conflictos Sociales y Pueblos Indígenas. Inclusive hemos sabido interponer nuestras quejas o felicitaciones sobre la labor específica de los defensores regionales.

Asimismo, no hemos tenido remilgos de participar de los escenarios de conflictos sociales en los que las poblaciones afectadas en la vulneración de sus derechos nos han llamado: desde la Comunidad Campesina de Cañaris, adonde hemos viajado dos veces para poder hacer seguimiento de sus reclamos ante la mina Cañariaco como pueblos indígenas que son, así como nuestro viaje a la Laguna Azul de Conga o a las diferentes actividades que se han llevado a cabo en Cajamarca, Celendín, Bambamarca y Chiclayo, y la última presencia de la CNDDHH en un escenario de diálogo post-criminalización de la protesta en Pichanaki, Junín o en los acontecimientos de mayo y junio en la zona del hermoso Valle de Tambo, Arequipa.

Hemos abanderado la lucha por la preservación del Estado de Derecho en la búsqueda de una legitimidad de las necesidades de justicia de grandes sectores ciudadanos y, por eso mismo, avanzando más allá de lo que Javier Monroe denomina una “democracia de obstrucción”, hemos intentado radicalizar la democracia usando todos los espacios de la misma para ejercer nuestros derechos y nuestro poder.

Lamentablemente en toda América Latina la protesta social –igual que ayer– sigue siendo criminalizada, se gasea, reprime y disparan armas letales contra los movilizados y por eso en lo que va de este gobierno hay 63 personas muertas en conflictos y 47 muertos por uso de la fuerza de la PNP o del Ejército. En América Latina se sigue usando el derecho penal para desmovilizar a los sectores de vanguardia, deteniendo a los dirigentes, hostigando y desprestigiando a los defensores de derechos y defensores ambientales. No olvidemos que el Perú es el cuarto lugar en el mundo donde mueren defensores medioambientales.

En esa línea, asimismo, hemos asumido la defensa de los derechos ambientales de distintas maneras: la última de ellas recogiendo casi diez mil firmas y sumando las firmas recogidas por nuestros aliados en diferentes localidades del Perú para poder presentar una acción de inconstitucionalidad contra la Ley 30230 que no solo atenta contra el medioambiente recortando las funciones de fiscalización de instancias gubernamentales, sino que atenta contra el derecho de titulación de las comunidades indígenas y precede a toda una suerte de “paquetes normativos” que recortan claramente las posibilidades del acceso y ejercicio de derechos.

Es así que los derechos ambientales forman parte de nuestra agenda, los hemos asumido como elementos fundamentales de los derechos humanos, y sin embargo, esperamos que más adelante incluso podamos “des-antropocentrarlos” para que regresen al fuero del que pertenecen, el bios, y de esta manera dar un paso más hacia los derechos de la propia naturaleza.

Hoy la CNDDHH va marchando hacia una de las etapas más importantes de nuestra historia como peruanos, el Bicentenario de la República, y precisamente teniendo este contexto es imprescindible poder discernir de qué manera nuestras nación, imperfecta en tanto tal, debe de ampliar sus fronteras de ciudadanía: ¿cuál va a ser el rol que la CNDDHH jugará en este momento histórico?, ¿estaremos a la altura de los retos por la ampliación de derechos?, ¿podremos generar consensos entre nosotros para avanzar hacia la equidad?

Ese es el reto de la institución y del nuevo SE de la Coordinadora, Jorge Bracamonte Allaín, más conocido como Tito Bracamonte, un profesor universitario y activista del movimiento de derechos humanos y derechos LGTBIQ, que tendrá momentos difíciles que sortear, sobre todo, aquellos vinculados con el proceso electoral del 2016 y la necesidad urgente de proponer una agenda de derechos humanos para los candidatos. De mi parte, estaré siempre dispuesta a desafiar ese futuro que se presenta sumamente complejo y que nos exige actos de valentía, tomas de decisiones, riesgos más allá del espacio personal de confort y tranquilidad.

Considero que en los años de mi gestión la CNDDHH ha sabido leer la realidad, ha dado respuestas a las contingencias que se han presentado y ha podido defender lo que es legítimo y deber de una institución como la nuestra: y no desde la tranquilidad de una visión burocrática, sino desde las luchas mismas de los pueblos por un Perú más justo.

Julio 2015

marcha contra la repartija. 


Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.