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accomarca en comic barbarie de jesús cossío. 

Matar a niños porque son terruquitos

La perversa matanza de Accomarca y la posible sentencia de la Sala Penal Nacional después de cinco años de juicio

Publicado: 2016-08-30

El olor de los cadáveres quemándose es como de grasa ardiendo. Justa Chuchón tenía 12 años cuando, escondida detrás de una tuna junto con su abuela, olió a los pobladores de Accomarca siendo quemados vivos. “Olía a chicharrón y era desesperante para nosotras […] no entendíamos nada porque ellos (los soldados), se supone, tenían la obligación de protegernos. No tenían compasión”. 

A las cuatro de la tarde del día 14 de agosto de 1985, apenas unos días después de que Alan García Pérez jurara por primera vez como presidente del Perú, un grupo de militares entre los cuales se encontraba el ahora famoso Telmo Hurtado Hurtado, el carnicero de los Andes, daba por terminada la faena que había comenzado el día anterior. Habían llegado a Llocllapampa, a tres kilómetros de Accomarca, reunieron a los pobladores en la plaza, separaron a hombres, mujeres y niños para dirigirlos a la “casa Gamboa” que incendiaron con granadas, a pesar de las súplicas de los comuneros, posteriormente de violar a las mujeres y golpear a los niños. Los miembros de las patrullas Lince 7 y Lince 6 hasta el 13 de setiembre iban y regresaban para torturar y asesinar a los sobrevivientes. ¿Qué puede justificar tremenda perversión? El resultado fueron 69 peruanos asesinados, entre ellos, 23 niños, en una supuesta “operación” para eliminar terroristas. ¿Un niño de dos años era un terrorista?

Cuando una comisión del Senado de la República, presidida por Javier Valle Riestra, fue a entrevistar al Subteniente Telmo Hurtado al Cuartel Los Cabitos, su respuesta fue la siguiente: “Según mi decisión que yo he tomado, yo la considero correcta (la masacre). Según el punto de vista de ustedes y lo que están pensando (…) lo van a tomar de otra manera. Ustedes no viven las acciones de guerra que nosotros vivimos acá. No tienen experiencia, ni ven las situaciones que nosotros pasamos acá […] (a los niños) los comienzan a adoctrinar desde los dos años, tres años, llevando cosas (…) poco a poco, a fuerza de engaños, de castigos, van ganándolos a su causa”

Telmo Hurtado Hurtado (Lince 7) y Juan Rivera Rondón (Lince 6), los dos responsables directos de la masacre de Accomarca, se fugaron a Estados Unidos en el año 2001 cuando la amnistía que le otorgó el gobierno de Alberto Fujimori llegó a su fin. Hurtado y Rivera fueron procesados en el fuero militar, la sentencia se dictó por seis años de prisión por delito de función y fue suspendida (dicho sea de paso, es una sentencia vergonzosa, pues admite la prueba de los asesinatos y la responsabilidad de Hurtado, pero lo absuelve). Ambos acusados siguieron en carrera militar. De hecho, en 1999, Telmo Hurtado fue ubicado en San Ignacio, Cajamarca, sirviendo dentro del Ejército. 

LA SENTENCIA SELLARÁ EL FIN  

Mañana miércoles 31 de  agosto el colegiado de la Sala Penal Nacional dictará sentencia en este caso cuyas audiencias vienen llevándose a cabo desde hace más de cinco años. Como ha dicho el abogado Juan José Quispe, del IDL, este caso tiene dos momentos: antes y después de la confesión sincera de Telmo Hurtado, quien primero se declaró con “locura temporal” para exculpar a sus jefes directos pero ahora ha decidido confesar que la acción fue planificada (Plan Huanccayoc) por órdenes de arriba y bajo la investigación y órdenes del G2, es decir, del hombre de inteligencia de la zona: César Martínez Uribe. Carlos Rivera, actual director del Instituto de Defensa Legal - IDL, sostiene que este es uno de los pocos casos simbólicamente más importantes porque resuma la estrategia que se ejecutaba en el Ejército en los años 80, sino también porque todos los responsables se encuentran comprendidos: desde los jefes como Wilfredo Mori Orso, Jefe Político Militar de la zona y todo su Estado Mayor (el G1, G2, G3 y sus asistente, el jefe de la Compañía de Comandos, los jefes de las patrullas Lince) hasta los perpetradores materiales. "Es un caso en que el sistema de justicia tendrá que esforzarse en hacer alguna investigación muy superior a los que ha hecho hasta este momento" señala Rivera. 

Una de las situaciones de injusticia que podría darse es solo sancionar a los autores directos de la masacre, es decir, a Hurtado y Rivera Rondón, así como a los licenciados del Ejército Peruano que en esa época fueron levados y quienes formaron el pelotón que prendió el fuego de las casas: Marcañaupa, Ramírez, Amaya, entre otros, quienes han estado en prisión. Sin embargo, a lo largo de estos cinco años, con cientos de entrevistas, testigos, documentos y análisis de planes operativos, no sabemos si serán también comprendidos en la sanción los altos mandos del EP que están implicados: Wilfredo Mori Orso, comandante general de la Segunda División de Infantería; José Williams Zapata, David Castañeda y todos los jefes de las patrullas Lince.

Este caso ha sido verdaderamente escandaloso, no solo porque Alberto Fujimori premió a Telmo Hurtado y lo libró de sentencia con la ley de amnistía posteriormente cancelada, sino también porque la Embajada de Estados Unidos teniendo información de que Hurtado era un perpetrador de violaciones de derechos humanos (según material desclasificado de 1993 y estudiado por la académica Tamara Feinstein) le da la visa en el 2001, al parecer Hurtado había mentido en la solicitud de la misma. 

Tanto Hurtado como Rivera fueron extraditados de Estados Unidos (2009 y 2011 respectivamente): los americanos inculparon a Rivera del delito de violación sexual a su hijastra y a Hurtado de tener problemas migratorios. Hoy ambos están presos en Piedras Gordas. Como sostiene Jo Marie Burt, de Peru Rights, hoy en el mundo es cada vez más difícil que alguien se esconda de la justicia fuera de su país. 

HURTADO: DE CARNICERO A GURÚ

Ahora Telmo Hurtado se amarra en una cola su ralo cabello de hombre sesentón y se sienta a la sombra de una pared en el patio de prevención del Penal de Piedras Gordas junto a una mujer joven. Lo vi por una ventana enrejada cuando tuve que ir en 2015 a realizar una visita oficial como SE de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. “Ese es Telmo Hurtado”, me comentaron. Uno podría pensar que el hombre está destruido. ¿Cómo seguir viviendo si es que ha tomado conciencia de que mató a niños, mujeres embarazadas, bebitos, ancianos y ancianas? 

Rivera Rondón, el jefe de la compañía Lince 6, no justifica su accionar sino algo peor, culpa a la fiscalía “el Ministerio Público es una de las instituciones más atrasadas en un país subdesarrollado como el Perú”. ¿Y él fue “progresista” cuando asesinó a 38 personas quemándolas vivas ese miserable día que debe avergonzarnos a todos los peruanos?

Pero como los nazis de los “lager” (campos de exterminio), el ex subteniente Telmo Hurtado se refugia en la obediencia debida: cumplió las órdenes que le dio su comando. En parte es cierto y por ese motivo Hurtado ha confesado no solo su propio crimen sino también los nombres de todas las personas responsables de esa época que están, hoy, comprendidos en el proceso. Pero ahora que han pasado más de 30 años de la matanza perpetrada por dos patrullas militares en el pueblo de Accomarca y las sombras de todos esos fantasmas deben perseguirlo porque, pienso que no es posible en tanto tiempo no tener conciencia exacta de la dimensión de la perversión. Así como las ánimas de Accomarca, la justicia debería perseguir a todos aquellos, subversivos y militares, yanaumas y “terrucos”, que masacraron a inocentes con la deleznable justificación de la lucha subversiva o contrasubversiva.

LA SENTENCIA

Jorge Bracamonte, SE de la CNDDHH, sostiene que “este caso perduró en la impunidad por muchos años […] Esperamos de los magistrados Ricardo Brousset, Mirta Bendezú y María Vidal, una sentencia ejemplar”. Pero, ¿realmente será así la sentencia? La acusación fiscal se basa en la hipótesis de la autoría mediata planteada en la famosa sentencia de César San Martín para el caso Barrios Altos y otros; pero como sabemos, Javier Villa Stein, Duberli Rodríguez y los otros jueces supremos han desconocido esa jurisprudencia en la última escandalosa sentencia por los diarios chicha. ¿Qué hará el colegiado?

Entre las pruebas, además de los testimonios de Hurtado y los otros oficiales y suboficiales y el Plan Huanccayoc, se encuentran testimonios de los licenciados que podrán refutar o afirmar que se trató de una disposición y prácticas sistemáticas de violación de derechos humanos bajo la idea de “tierra arrasada”. ¿Qué decisión tomarán estos tres jueces considerando que 23 niños y bebés fueron asesinados en esa masacre?, ¿es posible ese acto de justicia si, como lo podemos recordar, el propio Alan García fue comprendido en la acusación fiscal de Cristina Olazábal por el caso Accomarca en el año 2005? ¿Y por qué ahora Alan García ni siquiera ha sido citado como testigo? Precisamente porque en el 2005 la acusación a Alan García fue desestimada por el juez. Nada sorprendente. Pero moralmente García les debe y les seguirá debiendo a los pobladores de Accomarca, así como a todos los peruanos, un acto que restaure la dignidad de aquellos que fueron asesinados como becerros. 

¿En este gobierno del presidente Pedro Pablo Kucsinzky se podrá hacer justicia a esos pobladores ninguneados por todos los gobiernos precedentes?, ¿realmente el Poder Judicial podrá, en un acto honroso, sancionar a esos militares que planearon una matanza contra esos pobladores no solo porque esas sospechosos de ser terrucos sino porque simplemente eran los serranos, cholos, subalternos y nadies de nuestro país por quienes no habría reclamo alguno? 

El Ejército Peruano como institución tiene muchos caídos y abatidos por las bombas, las balas y los hachazos de senderistas y terroristas, por eso mismo, en nombre de todos ellos, debería de pedir perdón por esos otros crímenes que fueron cometidos con claro discernimiento sobre los hechos, con planes operativos y con errores garrafales de los hombres de inteligencia, comandos, comandantes y demás autoridades (G2). 

La impunidad en el Perú en este y otros crímenes es nuestra vergüenza como nación. 



Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.