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Respuestas a Jordy

Sobre las mentiras en torno a la “ideología de género”

Publicado: 2018-01-13

El estudiante Jordy Atao de la Universidad Jaime Bausate y Meza, especializada en periodismo, me hizo las siguientes preguntas en torno al estigma que los grupos conservadores quieren achacarle al “género” como concepto útil para analizar las relaciones sociales, económicas y simbólicas entre hombres y mujeres.


¿De dónde sale la llamada ideología de género? (Yo le decía que había investigaciones que hablaban de una supuesta ideología salida desde el feminismo y usted me comentaba que no existe el término, pero que en los años 70 había una disyuntiva con la perspectiva de género y que fue malinterpretada).

El concepto género entendido como un marco de análisis surge a mediados de los años 70 en las facultades de Estudios de las Mujeres en las universidades de Estados Unidos. La diferencia entre “género” y “estudios de las mujeres” como marcos de análisis estriba en que, en el primer caso, el análisis es “relacional”. No se trata de hablar de mujeres sino de las relaciones entre mujeres y varones. Por ejemplo, los diversos estudios sobre masculinidades. La autora que acuña el concepto “género” se llama Gayle Rubin, es una antropóloga de la Universidad de Nueva York que publica una interpretación de varios autores varones (desde Carlos Marx hasta el gran antropólogo Claude Levi Strauss) para sostener que, las relaciones entre hombres y mujeres, se iniciaron cuando, remontándonos a los primeros grupos humanos, los varones decidieron que las mujeres con las cuales no podían casarse (madres, hijas, hermanas) podían ser intercambiadas con madres, hijas o hermanas de varones de otras comarcas, estableciendo relaciones de parentesco que fortalecían el poder de esos dos varones que las intercambiaban. Este sistema funciona en muchas etnias e incluso, entre los actuales aristócratas europeos, como funcionó con sus antecesores: matrimonios arreglados entre duques, condes y demás para poder fortalecerse entre ellos. En estas situaciones las mujeres solo cumplen el rol de “objeto a ser intercambiado”. A esta estructura, que organiza el parentesco en múltiples comunidades, Rubin la denominó el sistema sexo-género. Hasta aquí el género como perspectiva o marco de análisis.

La ideología de género es un invento de redes ultraconservadoras que, debido a la mal interpretación de la teoría de género, creen que es una amenaza para los roles tradicionales de hombres y mujeres en la procreación de la especie. Este temor, en verdad totalmente exagerado, se fundamenta en el cuestionamiento que algunas autoras, como Judith Butler, no le han hecho al género sino al sexo. Butler, por ejemplo, sostiene que el género se performativiza, es decir, se instituye en su actuación diaria y que, así como se instituye el género también lo haría el sexo de tal manera, que se podría hablar de un sexo-construido-en-el-actuar. Posteriormente Butler ha re-interpretado su teoría sosteniendo que performativizar no es simplemente actuar sino, en parte, haciéndolo desde algo dado: el cuerpo.

Aquí un video en el que Judith Butler hace una explicacion breve y pedagógica de su propuesta.

¿En qué consiste el enfoque de igualdad de género dentro del currículo?

Simplemente consiste en que se entienda que niños y niñas, siendo diferentes, tienen acceso a los mismos derechos y a las mismas posibilidades. Entender que lo masculino no emana de la naturaleza del varón por ser macho; sino que es parte de una construcción social, cultural y simbólica, instituida en sus cuerpos, por el hecho de ser humanos. De la misma manera lo femenino: no es que las niñas sean más dóciles por ser mujeres, sino porque hay normas de género que, desde nuestros ancestros, nos dicen cómo debemos comportarnos si somos niñas. ¿Nunca has pensado por qué celeste es color de varones y rosado de niñas? ¿por qué no verde y lila? Son códigos culturales que se adscriben a varones y niñas de manera aleatoria.

¿Cuál es el problema? ¿Por qué los grupos conservadores le tienen tanto miedo al término género?

Creo que hay un miedo a la diferencia. Un miedo que parte de una interpretación completamente errada y de una ignorancia sobre los textos que hablan del sistema sexo-género. Es, además, una reacción a que instancias internacionales de peso, como Naciones Unidas o la OEA o la Unión Europea, consideren a la perspectiva de género como una necesidad de enfoque interseccional en los diversos países.

¿Dónde entra a tallar la comunidad LGTB en este asunto?

Una cosa es el género y otra la orientación sexual. La comunidad LGTBI tiene múltiples posiciones. Es más, los trans, por ejemplo, no quieren que se les “subsuma” en todas esas letras porque consideran, por lo menos en el Perú, que son una comunidad de alto riesgo más que los homosexuales o las lesbianas. Los grupos conservadores que están, no solo en contra del matrimonio gay, sino incluso de la propia existencia de homosexuales, consideran que el solo uso del concepto género va a permitir que se produzca el caos de los géneros. Eso es algo completamente absurdo. La categoría género no está sosteniendo que se deba “homosexualizar” a todos, sino que se debe respetar a las personas por ser seres humanos, más allá de que sean lesbianas, gays o transexuales.

¿En cuanto a los derechos de la comunidad LGTB que tanto se ha logrado en el Perú?

Creo que muy poco: por ejemplo, los trans todavía no pueden cambiar su identidad en el DNI y tienen que pasar por la humillación de que, al tener una apariencia femenina pero un DNI con el nombre de Carlos o Jorge, se les llame en voz alta con ese nombre. Por otro lado, una pareja gay que vive 50 años juntos, en el caso de que uno enferme gravemente las decisiones sobre hospital, doctores, tratamientos, los tiene que tomar un pariente lejano porque entre ellos “no son nada”. No hay vínculo. Y eso, ¿es justo?

¿Qué logros hemos tenido en esta lucha por la igualdad de género?

Desde el siglo pasado muchas mujeres murieron o fueron humilladas solo por el simple hecho de querer estudiar. Eso le pasó a Clorinda Matto de Tuner, una mujer intelectual, que fue objeto de burla de los escritores contemporáneos y que hasta le quemaron su imprenta, obligándola a salir del Perú hacia Argentina. De esta historia a nuestros días, pues hemos avanzado mucho: ahora las mujeres tenemos mayor acceso a la educación. Pero aún hay muchos otros derechos que tenemos limitados: como el de, a igual trabajo, igual salario… o como la necesidad de tener una representación más importante en el ámbito de lo político o como la urgencia de que el Estado proteja a las defensoras del medioambiente porque son criminalizadas, agredidas, estigmatizadas e incluso despreciadas por sus pares dentro de las organizaciones y colectivos. 

¿Cuál sería el rol del periodista en estos temas de debate?

El periodismo en el Perú se está volviendo un periodismo banal, de información repetitiva, sin verdadera investigación a profundidad. Creo que el o la periodista debe de profundizar y entender estos temas, porque le toca explicarlos a la opinión pública. Y eso lo debe de realizar con verdadero interés, paciencia y pedagogía. Lo peor para un periodista es dar por sentado algo.



¿Cree que los medios peruanos han hecho un buen trabajo en la cobertura de este debate?
Algunos sí y otros no. Pero en España o Colombia o Argentina, por ejemplo, nos llevan de encuentro… muy buen periodismo serio. Acá se echa de menos ese periodismo que, no solo informa en 140 caracteres, sino en profundidad, con conocimiento y con estilo.

Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.