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oldman interpretando a vlad dracul.

Oldman

El gran actor británico frente a frente con la fama

Publicado: 2018-03-04

El viejo hombre en realidad fue un personaje desde sus primeras películas. La primera vez que lo vi fue en una bastante extraña que se proyectó durante los 80 en el Teatro Británico de Miraflores, Prick up your ears, sin subtítulos, en la que actúa como amante de Alfred Molina y se consagraba como la personificación de un gran autor de teatro. Hoy puedo investigar más allá de mi memoria y sé que se trata de una película de Stephen Frears sobre la vida del dramaturgo gay Joe Orton. Gary Oldman en lucha actoral con otro grande en su juventud, Alfred Molina, como los amantes que aman hasta la muerte. Amour a mort, como diría César Moro.

Después de ese memorable encuentro cinematográfico, no sé cómo seguí viendo a ese actor incansable en películas tan disimiles y en personajes tan contrastantes, todos con esa impronta del amour a mort: como el rockero punk Sid Vicious dejándose seducir por la musa rubia y regordeta Nancy Spungen o como Vlad Dracul, con pinta de un elegante y contra-fáctico hippie del siglo XIX en las calles de Londres, intentando seducir y morder en el cuello a la inocente Mina Murray (Winona Ryder).

Pero una de sus representaciones magistrales —más allá de las caracterizaciones de Beethoven o de Churchill en la última Las horas más oscuras— ha sido como policía corrupto en esa bella y delicada historia de amor que es Leon o como se titula en inglés The Professional —el título en castellano no es mejor que el anglo, El perfecto asesino— compartiendo roles con otro grande, Jean Reno, y con una niña Natalie Portman que jura por la memoria de su hermano de cuatro años, asesinarlo. Obviamente lo logra con la ayuda del asesino con ataques de ternura León… todo bajo la dirección de un Luc Besson de una primera época, simple y contundente. En esa película hay una escena en la que Oldman, antes de enviar a la muerte a toda una familia, toma discretamente de una latita que lleva en el bolsillo una pastilla, algún tipo de droga, y mirando de frente a una cámara que lo enfoca en picado radical, se retuerce en sí mismo, para seguir tarareando la Novena de Beethoven mientras dispara a diestra y siniestra. Magistral. Como es magistral la última escena en que, cara a cara con Jean Reno, se da cuenta de que tiene la mecha de una granada encendida en la mano.

Oldman como Norman Stansfield en El Perfecto Asesino.

Oldman ha pasado por diferentes procesos, en películas blockbuster como Batman —es el comisario que sí cree en las acciones oscuras del personaje principal— o como Sirius Black, el prisionero de Azcabán en la película homónima de la saga de Harry Potter, pero también ha hecho cine independiente e incluso aprendió castellano para eso: en la película Bosque de sombras tiene que decir entre otras cosas “la puta realidad”. Y lo pronuncia tan bien.

Oldman ha dirigido una película tremenda, terrible, cruda y delicada a la vez, Nil by Mouth (1997), la historia de la decadencia de una familia londinense, que es una suma de diálogos de aplastante realidad y crudeza, quizás de alguna manera inspirados en su propia historia de vida como niño abandonado por un padre alcohólico o como joven proletario y pobre de los barrios marginales y llenos de paquistaníes de Londres. El mismo ha señalado en una entrevista “era una historia que quería sacármela de encima […] Estoy harto de películas que imitan a otras películas que imitan a otras películas […] yo quería sacarme los guantes, ser brutalmente honesto y escribir una película sobre la realidad. Yo me estoy recuperando del alcohol, mi padre murió alcohólico, hay mucha gente que realmente se ha hecho daño por eso en la realidad…” y precisamente ese es el punto nodal de esta película que describe, sin glamour, a una familia que se autodestruye por el alcohol.

Oldman y el elenco de la película que dirigió en 1997 Nil by Mouth.

No sé qué sucederá hoy en la noche, mientras estemos comiendo nuestra canchita en casa y fugando de la realidad peruana del Perú (perdonen la tristeza), a través de la televisión y de la ceremonia del Oscar, pero Gary Oldman, en todas esas caracterizaciones, se ha ganado un espacio en la celeste vía de las estrellas más intensas y multifacéticas del cine.

Y esta es una simple carta de amor a un grande del arte.


Este texto solo lo he escrito para La Mula el día 4 de marzo a mediodía, fecha de entrega de la Ceremonia del Oscar en Los Angeles.



Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.