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Rita Laura Segato

Ayer en la UNMSM el auditorio José María Arguedas de la Facultad de Ciencias Sociales reventó de audiencia por la presencia de la antropóloga comentando en un homenaje a Aníbal Quijano y la semana pasada sucedió lo mismo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica. ¿Por qué Segato es una rockstar de la academia latinoamericana? Aquí una aproximación a sus propuestas teóricas y un acercamiento a esta activista, feminista e intelectual latinoamericana.

Publicado: 2018-09-25


Es imprescindible que las mujeres, sobre todo las intelectuales que trabajamos a contracorriente —y que nos estigmatizan y ningunean por eso mismo—, encontremos en otras, maestras, inspiración. Por eso quisiera reconocer públicamente, y creo que muchas colegas y mujeres de mi generación coinciden, que una gran maestra en la lucha por nombrar lo innombrable es la antropóloga argentino-brasileña Rita Laura Segato. Ella ha denunciado la violencia de género como lo que es: un crimen de poder.

Segato sostiene que nos encontramos en una época de “dueñidad”, una época en que los hombres obedecen los mandatos de masculinidad poniendo a prueba su potencia mediante el cuerpo de las mujeres. Pero la dueñidad no se reduce al género sino que se ha extendido a la dominación más amplia: “La reprimarización de la producción, la megaminería, la agricultura extractivista y el turismo extractivista son los correlatos del régimen absolutista de mercado y de la fusión del poder político con la ‘dueñidad’, de allí resulta la agresión al ser humano y a su medio en forma extrema, sin dejar más que restos a su paso”. Esta concepción surge del análisis de los crímenes de Ayotzinapa, pero también de lo que sucede con la población indígena en el Brasil o en el Perú frente a la agresión no solo de las grandes empresas sino de la colusión entre corruptos.

Rita Segato es feminista y se ha formado como antropóloga en la práctica trabajando más de diez años en el Ministerio Indígena de Brasil (FUNAI), y acercándose a situaciones de violencia extrema, como sus estudios sobre los crímenes de Ciudad Juárez realizados sobre el terreno o sus pericias en los procesos de violencia sexual durante el conflicto armado interno de Guatemala, como el caso Sepur Zarco, que implicó la denuncia de decenas de militares y la puesta en evidencia de un protocolo que obligaba a violar. Para Segato, las violaciones colectivas “son un síntoma de los tiempos. No se trata de crímenes de la intimidad […] Deben ser leídos como un termómetro de la época histórica en la sociedad. Son crímenes que desafían a la autoridad legítima, y el legítimo control de la violencia por parte del Estado. Pero también son crímenes en los que el comportamiento de las agencias estatales –policiales y jurídicas– son cómplices. Son crímenes en los que el poder se confirma y se espectaculariza”.

Rita Segato ha estado estas dos semanas como profesora invitada en el Perú y ayer participó en el homenaje a otro grande: Aníbal Quijano. Suelo leer y estudiar, junto con mis alumnos de varias generaciones, sus múltiples textos y creo que han sido sus ideas —las estructuras elementales de la violencia, la guerra informal contra las mujeres, la conceptualización del femigenocidio, el patriarcado de bajo impacto frente al patriarcado moderno, entre otras— que nos permiten pensar en posibilidades de salida a lo que, a veces, percibimos como el agotamiento de las políticas públicas o el entumecimiento de las rebeldías.

Rita Laura Segato no solo ejerce docencia a través de la escritura de sus libros, sino a través de la voz, la presencia, la calidad humana, la escucha. Pueden ver cualquiera de sus múltiples videos y, de esa manera, sabrán que no exagero. Mejor sería, claro, que la escuchen directamente.


Esta columna ha sido publica hoy en La República.


Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.