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Los alfiles del patriarcado

El acoso sexual como estrategia del macho frente al miedo de los avances del poder de la mujer

Publicado: 2019-03-05

El acoso sexual ha sido tan naturalizado durante décadas que en nuestro país se suele dudar de la mujer que denuncia. Hoy, convertido en ley penal, las cosas están cambiando drásticamente. Como comenta mi colega Jeannette Llaja en el Twitter, ¿sin la ley contra el acoso promulgada el 2018 hubiera sido posible denunciar a Mamani, López Vilela, Lescano? Por supuesto que no y por eso es tan importante que las políticas públicas que asuman la defensa de los derechos sexuales de nosotras las mujeres —uno de ellos es que no nos acosen— sean explícitas, en este caso, como sanción dentro del Código Penal.

Pero no todo lo solucionan las leyes, como sabemos, el derecho no cambia la realidad.

Por eso, llama la atención que en el último informe sobre “Mujeres, empresas y normas jurídicas” del Banco Mundial, el Perú tenga 95 puntos de score de equidad de género en el derecho positivo (en una escala de 0 al 100). ¡Estamos entre los 20 primeros países con más equidad de género del mundo! ¿Quéééé? Sí, compañera, usted ha leído bien. El Banco Mundial nos califica como un país modelo en normativas de género.

¿Entonces por qué somos uno de los países con altos índices de feminicidio? He ahí el dilema.

La hipótesis es simple: a mayor ampliación de derechos, mayores reacciones violentas de los hijos sanos del patriarcado. Porque si no puedo controlar tu celular, tus salidas, escoger a tus amigas, el largo de tu falda, tus vacaciones, tus viernes por la noche y encima ganas más que yo, ¡y las leyes te protegen! pues entonces… te mato. O te pego. O te violo. O te amenazo. Y así nuevamente podrás sentir miedo por mí: el macho de la especie.

Pero junto con las barras bravas del patriarcado también ejercen funciones los alfiles de la retaguardia: son los que no van a violentar a una mujer, pero sí a justificar que el profesor doctor-suma-cum-laude no pueda ser acosador porque es una eminencia. O porque el congresista es tan serio (y de nuestro lado político y antifujimorista). O porque el sacerdote es un “hombre de Dios”.

La mejor arma de estos alfiles de la retaguardia del patriarcado son las normas legales: el maquillaje de un patriarcado que sabe moverse en los espacios sinuosos del poder, creando un entramado legal políticamente correcto, pero evadiendo la justicia en sus esquivos procedimientos, en sus protocolos incompletos, y con una administración de justicia con miopía machista que favorece, como siempre, al que detenta el poder.

No es posible un trabajo serio sobre el tema de la violencia contra las mujeres sin que los hombres participen activamente en procesos de prevención, cambio de sentidos comunes, empatía, borramiento de las esquinas oscuras de su narcisismo. Es urgente que los hombres peruanos, aquellos que realmente están comprometidos con los cambios, se unan a este esfuerzo cambiando modelos de masculinidad. Precisamente como lo mencionan muchas analistas son los jueces o juezas insensibles al tema los que permiten, favoreciendo la impunidad, que la violencia crezca. Y las juezas también pueden ser insensible porque el patriarcado es un sistema profundamente arraigado, y no solo, una organización de varones. ¡Los hombres de nuestro país deben comprometerse con este cambio! Nos va a hacer un bien a todas.

Esta kolumna en una versión mucho más corta fue publicada hoy en La República.


Este 8 de marzo recordemos a todas las mujeres que murieron para que nosotras podamos estar acá presentes. ¡Y sigamos luchando contra la impunidad y le insensibilidad!

Escrito por

Rocío Silva Santisteban

Rocío Silva-Santisteban Manrique (Lima, 1963) Escritora, profesora, activista en derechos humanos y políticamente zurda.


Publicado en

Kolumna Okupa

Artículos, kolumnas, reseñas de libros, poesía y reflexiones varias de Rocío Silva Santisteban.