Bajar-línea-machirula
Una modesta propuesta de castellanización del término mansplaining: solo el lenguaje visibiliza lo innombrable
Mansplaining es aquella palabra del habla inglesa, una conjunción de man (hombre) y explaining (explicar), que visibiliza una acción que muchas mujeres hemos vivido pero que no tenía nombre, un micro-machismo cotidiano en los ámbitos universitarios y profesionales. Consiste en que un hombre le explica con condescendencia y paternalismo a una mujer experta lo que ella sabe demás o simplemente lo que no es necesario que le explique, con el objetivo de asumir una posición de dominación. A veces, cuando le cuentas a un varón un chiste, y él te lo devuelve explicándotelo (¡plop!).
Es una situación común en tanto que a las mujeres se nos enseña(ba) a “ser sumisas” y no contradecir a los hombres y a ellos que nosotras somos débiles (hasta de mente). La condescendencia en este caso no implica amabilidad sino percibirse superior para explicar a la otra-inferior lo que tiene dificultades de entender. La paradoja es que la explicación del que sabe menos a la que sabe más se organiza desde un mundo pensado en relaciones de discriminación de género y esa “palmadita en el hombro” destila una evidentemente falsa superioridad. Por ejemplo, cuando un estudiante universitario le “explica” a su profesora un término que ella usa y trabaja desde hace 20 años y él acaba de encontrar en internet. Me ha pasado innumerables veces.
Mansplaining es un término certero, pero la traducción aconsejada por la academia, “condescendencia machista”, no significa lo mismo. Por eso, en términos coloquiales, se podría hablar de un “bajar línea”, la forma como se intentaba “hacer entrar en ristre” a las masas de los partidos de izquierda de los 70 y 80 desde las decisiones de las cúpulas, y machirulo, porque no llega a ser del todo un machismo violento, sino un machismo con disimulo.
Según la pirámide del mansplaining en la base se encuentra el menospreciar las protestas o los reclamos de discriminación; un poco más arriba victimizar al perpetrador (“¿Y por qué no existe un día del hombre?”); más arriba, culpabilizar a la víctima y en la cúspide se encuentra el rechazo total a los discursos feministas (“feminazis”). Sin que los hombres asuman estos micromachismos que circulan en la sociedad, y que ellos usan, va a ser imposible poder salir del patriarcado (“y no, gracias, no me expliques lo que es el patriarcado, papay”).
Esta kolumna ha sido publicada hoy en La República.