Las hermanas de los desaparecidos
Carmen Amaro, Gisela Ortiz Pereda y Marly Anzualdo son las "Antígonas" peruanas que reclaman ante la autoridad solo por la justicia de sus hermanos y el entierro digno de sus restos
“Hermano mío, pero ya no pariente mío/ sino muerto de todos, dime qué debo hacer”
Carmen y Gisela son las Antígona de nuestro país que, ante los tiranos, claman por el cuerpo de sus hermanos. Ellas con sus frágiles manos sostienen a sus padres, a la familia, a los deudos, a los defensores y a quienes nos indignamos, porque, contra todo pronóstico, persisten con fe en la justicia y la reparación.
Carmen es la hermana del desaparecido estudiante de La Cantuta Armando Amaro Cóndor, y Gisela es la hermana y compañera de estudios de Quique Ortiz Pereda, uno de los estudiantes cuyo cadáver con cuatro balazos en la cabeza fue encontrado en una pampa de Cieneguilla. Ambas se conocieron hace 27 años cuando se enteraron de la desaparición de sus hermanos y coincidieron buscando en las comisarías, en los pasillos del Poder Judicial, en las antesalas de los ministerios. Sus vidas como mujeres están marcadas por el dolor, las lágrimas, la orfandad del hermano asesinado.
Las conozco desde hace varios años y, a pesar de tener dos personalidades completamente distintas, una extrovertida y locuaz como buena chachapoyana; la otra reservada y discreta, su férrea persistencia en participar de marchas y vigilias, sostener a sus padres en momentos de intenso dolor —como cuando las llaves de Armando, encontradas en un basural, abrieron la puerta de la casa de los Amaro—, las han conectado en una sororidad tenaz. Gracias a ellas y su presencia en Chile, Alberto Fujimori fue detenido y posteriormente juzgado. Gracias a ellas y al apoyo de la prensa se pudieron encontrar los restos de varios de los asesinados, pero aún faltan cinco víctimas: Felipe Flores, Armando Amaro, Teodoro Espinoza, Dora Oyague y Heráclides Pablo Meza.
Ellas no se han encerrado en su dolor sino que, por el contrario, caminan junto a las mamás de ANFASEP o junto a otra hermana como Marly, que reclama retumbando tambores en las marchas por los restos de Kenneth Anzualdo, desaparecido en los sótanos del Pentagonito.
El 18 de julio se cumplen 27 años de la matanza de La Cantuta y la impunidad persiste. A pesar de que Fujimori está encarcelado por este caso, aún no se han iniciado los juicios orales a Juan Rivero Lazo, Federico Navarro Pérez, Santiago Martin Rivas, Carlos Pichilingue y otros como el famoso ‘Kerosene’, Jesús Sosa Saavedra.
¿Hasta cuándo estas hermanas, como Antígona, tendrán que reclamar por justicia ante el insensible Estado? “Hermano mío, pero ya no pariente mío/ sino muerto de todos, dime qué debo hacer”
Una versión de esta columna ha sido publicada hoy en La República.