Soy muchacho provinciano
El provinciano Vizcarra con su decisión sobre Tía María ha provocado el trompo de los periodistas neoliberales y de la derecha empresarial-extractivista
“Vano”, “pomposo”, “veleidoso”, “incapaz”, “conspirador”–esos son los adjetivos lanzados contra el Presidente del Perú Martín Vizcarra, ¿por la inmoderada Milagros Salazar o por la ultraconservadora Tamar Arimborgo? Parece… pero no. Es la pluma del sofisticado Mario Ghibellini, y también exige “que lo obliguen a quedarse hasta el 2021 aunque la gente está irritada por el nivel de desgobierno”. ¿Qué gente? Obviamente no ese 75% que está a favor de adelantar las elecciones (IPSOS para El Comercio).
Por su lado, Augusto Álvarez Rodrich, usualmente moderado, esta vez ha calificado a Vizcarra de oportunista, de poner “en suspenso” sus principios ¡por razones tácticas! Y la columna de Rosa María Palacios es un ejercicio de ironía pesquera-extractivista a favor de las lechugas. ¿Debemos reírnos? Me da pena que columnistas neoliberales, usualmente inteligentes, entren en trompo porque Martín Vizcarra le ha dicho que no al extractivismo minero. Tía María es el parteaguas de los amixers [debo reconocer que el único neoliberal consecuente este fin de semana ha sido Juan Carlos Tafur].
La derecha minera se equivocó con este “provinciano” que esperaban se comportara ante ellos de la misma manera como se comportó Ollanta Humala: dócil ante la indigna genuflexión. Porque ahora a Humala le dan la espalda, pero en su momento, los dueños del Perú lo usaron a más no poder: inventaron el estúpido “complot” de las izquierdas contra Espinar o contra Conga, pasearon a Miguel Santillana por todos los canales de tv, vistieron a Nadine de Chanel y dejaron regados en el camino varios peruanos muertos. ¿Les importan esos muertos o acaso son el grupo sacrificable de peruanos por esa falacia llamada “bien común”?
Yo puedo tener muchas diferencias con Vizcarra pero es el primer presidente del 2003 a la fecha que nos está devolviendo algo de cordura cuando sostiene que “no se puede imponer un proyecto a sangre y fuego”. Eso significa que hubo un canto de sirena de los mineros para imponer Tía María sobre los siete peruanos asesinados del 2011 y del 2015. Vizcarra, como dice Tafur, hizo lo correcto: pechó al keikismo encarcelado e histérico; planteó un cierre del congreso que todos queremos y puso en remojo el conflicto Tía María.
¡Y que viva Chacalón!, ¡que bajen los cerros!
Esta columna fue publicada en el diario La República el día de hoy martes 20 de agosto.